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lunes, 11 de julio de 2011

La invención del celular


Más pruebas demuestran conspiración. El celular habría sido inventado por una novia posesiva que trabajaba en una famosa empresa de móviles. La noticia no hace más que sostener la impostura de los beneficios del tan mentado avance tecnológico.


Retrotraigámonos en el tiempo para entender la génesis del problema. Cuando un primo lejano de una cuñada de mi abuelo, Antonio Meucci, tuviera la noble iniciativa de desarrollar el aparato del teléfono no imaginó que luego, en 1875, y en ocasión de patentar el primer teléfono, el invento de Alexander Graham Bell generaría controversias acerca de su utilidad y los beneficios derivados de su uso. Claro, no fue hasta que el testarudo escocés me hiciera caso y, en 1876, finalmente patentara el segundo teléfono. –“Tenías razón, Alejo” –me reconoció en uno de mis viajes por el Canadá- “¿para qué servía el primer aparato telefónico si no existía el segundo aparato con el cual comunicarse?”

Superado este primer escollo, el invento tuvo cierta aceptación de mi parte y su uso se extendió por todo el mundo. El teléfono recuperaba lo loable como idea desarrollista. ¿Quién puede oponerse al logro que significa poder estar comunicados a la distancia para expresar ideas y sentimientos gentiles? Hasta que un día mi parecer cambió.

Fue cuando empezaron a proliferar los teléfonos celulares y las compañías que los fabricaban pretendieron hacernos creer que debíamos estar comunicados siempre. Claramente, en esto se ve lo maquiavélico de la creación: ¿quién sino una mujer celosa y posesiva podía engendrar la idea de desarrollar un aparato que, además de comunicarnos a la distancia, lo hiciera siempre, en todo lugar y a cualquier hora? Un aparato que nos quita la posibilidad de borrarnos del mundo por unas horas para tener privacidad y dedicarnos al esfuerzo que supone cultivar nuestro cuerpo y espíritu. De nada servirían las excusas de “me quedé sin batería”, o “me quedé sin señal”. ¡El invento se perfeccionó hasta el punto de lograr incorporar un dispositivo de rastreo satelital!

Es evidente que la muy retorcida, cuanto más celosa, más creativa. Y finalmente, para hacer más evidente el cepo, aparece la Blackberry, que además de ocasionar los perjuicios antes mencionados, le ofrece a la muy yegua, el bono extra de humillarnos públicamente. Y aquí me voy a explicar para que se vea el punto.

La traducción literal al castellano del anglicanismo es "baya" o "fruto negro". Con esa analogía “fruto negro”, es como se denominó a la bala de plomo que antiguamente arrastraban los presos para dificultar su huida de las cárceles. Es decir, el celular (o la BB) viene a ser un cepo, un grillete sofisticado que nos lía a los caprichos de esta novia posesiva y creativa, a la vez que extremadamente inteligente y perversa, en el sentido más malicioso de la palabra.

Por eso señores, cuando leo titulares que ponderan el uso de la telefonía móvil, o nos crean una duda razonable en cuanto a posibles beneficios, no puedo quedarme de brazos cruzados y elevo públicamente mi voz para proponer: ¡NO A LAS NOVIAS CELOSAS Y POSESIVAS!

Alejo Balducci, Praga, 2011.

4 comentarios:

  1. Ay, sobrino, sobrino... siempre tomando como propias anécdotas mías.
    Yo viajé por Canadá, y fue en Beinn Bhreagh donde Alex G. me reconoce el aporte fundamental a su genial invención.
    Aunque Meucci se revuelque de rabia porque a él se le ocurrió primero. ¡En América valen las patentes, tano bruto!.
    Sobrino, seguí así, tenés todo mi apoyo.
    Ah, y a ver cuando pasás por Bell Ville a saludarme, desgraciado.

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  2. ¿Por qué no pensar que era el mismo Graham en su época un novio celoso y necesitó inventar un aparato para estar conectado con esa chica que tanto lo desvelaba y que todo lo que vino después fue simplemente una metamorfosis del primero?

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  3. Tío,
    Mes pescaste.
    Prometo no seguir abusando del robo de identidad.

    Tina,
    Tu hipótesis no sería desacertada si no fuera por la sencilla razón que la prometida y esposa de Alexander, pues... simplemente, ¡era sorda!.
    En efecto, Mabel Hubbard, adorada esposa de Graham Bell padeció fiebre escarlatina a la edad de cuatro años y perdió la audición pese a haber nacido con audición.
    Por esta sencilla razón, (su amada no podía usar el teléfono) las motiviciones de Alex G. nunca fueron los celos.
    Y por otra parte, los hombres son más básicos con el tema celos. Nunca un hombre celoso actuaría utilizando la inteligencia.

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  4. claramente pueden ser una suposiciòn casi ingenua pero la realidad es que en el sistema que vivimos donde puede reinvertarse con accesorios que nos hacen consumir mediante distintos sistemas vamos acostumbràndonos al sistema de consumo y su necesidad de tener lo último nacemos en un ambiente ajeno a la naturaleza humana por ende no somos naturales vivimos en un mundo insertado en la comunicacion constante y todos necesitmaos un rato con nosotros mismos para no extenderla es un invento para sacarnos de lo que realmente importa que es??????
    para la proxima

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