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lunes, 9 de mayo de 2011

No entienden un pito

En uno de mis estados de nirvana absolutos, y antes que sospechen de mi espiritualidad, estoy describiendo a la música que sonaba de fondo y a la bebida espirituosa ingerida, llegué a la conclusión que la naturaleza no deja de demostrarnos su sabiduría. Digo esto, en este caso en particular, porque la eliminación de líquidos corporales se hace por la vía genital. Y esto además de tener explicaciones que rondan lo médico, lo fisiológico, lo chabacano y lo mundano, también tiene una explicación social para con uno mismo.

Lo que estoy tratando de decir, y teniendo mucho cuidado con las palabras escogidas, es que si no fuese el procedimiento llevado a cabo de esta manera, el trato para con el propio miembro caería en un diálogo casi nulo, escasa confianza, poquísimo respeto, y por qué no, desprecio mutuo. Pensemos en que si no existiese esta canalización, la expulsión de sobras y toxinas, el contacto con las partes pertenecientes y propias estaría limitado a exposiciones de índole sexual. Y para ponerle punto final al tema (preferí por obvios motivos expresarme así antes que decir “acabar el monólogo”) voy a citar a un viejo militar conocido mío que comentó en su cena de retiro: “Yo no le hablo a mi miembro, porque no me está permitido tener contacto con un superior”.

Algo que siempre llamó mi atención es la ambigua comprensión de cierta profesión que realiza constantemente una demostración de virtudes repletas de hombría y valentía. Una de las actividades que más necesita de los valores, la ética y la moral. Estas deben estar representadas por verdaderos caballeros incorruptibles. Y sin embargo, de todos los trabajos en los que puedo recordar en este momento, seguramente es en donde las personas más se llevan el pito a la boca.

Tengo la completa seguridad en que no necesito aclarar a qué me estoy refiriendo, pero por las dudas lo digo: estoy haciendo mención a la profesión del referato, al arbitraje deportivo. Todo esto no es más que otra confirmación más de que las mentes trogloditas que no aceptan las elecciones personales no tienen razón. Y la mayoría de los árbitros tampoco tienen razón, pero eso pasa dentro del campo de juego.

Diegonzalez.

1 comentario:

  1. Excelente Diego! como siempre tus notas no tienen desperdicios!
    Saludos, CC.

    Hay un borracho frente a la playa y grita desesperadamente: ¡Una ballena, una ballena! Y todas las personas salen de la playa, luego viene el salvavidas, y pregunta: ¿Dónde, dónde está la ballena? Y el borracho le dice: No chico, es que se me cayeron dos botellas de ron, ¡Y una va llena!.

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