...and a happy new year!

Nunca se sabe bien cómo ni por qué pero a veces las situaciones se agrietan, se añejan, se erosionan. A pesar de que algunos se autoproclamen visionarios y al final digan que ya desde el comienzo sabían cómo iba a terminar, la realidad sobrepasa cualquier premonición y siempre sorprende por algún costado.



No hay catarsis que sirva para exterminar cualquier sentimiento de culpa o de responsabilidad, cualquier peso generado al reconocer los errores propios. Muy fácil es señalar los de los otros. 

Me creo defensora de los hechos, siempre dije que prefiero res, non verba porque los hechos hablan por sí solos. Qué irónico suena entonces pedir disculpas cuando ya las acciones determinaron un perfil, un mecanismo, un método de reacción. Siempre critiqué a los que se defienden hablando de impulsos, siempre dije que el hombre se diferencia del animal por la razón y me molesté con los que no la usaban. Qué tonto suena eso cuando me encuentro yo también cediendo ante las pasiones, sobre todo cuando me veo envuelta en una circunstancia que no sé manejar, de la que conjeturo que no podré escapar sin romper nada. 

Un día nos unimos. Un día supimos disfrutarnos. Un día cantamos, bailamos y recibimos el amanecer muertos de risa. Un día nos entendimos, un día creímos en nosotros, un día nos dimos un abrazo sincero. A pesar de que ese día ya quedó muy atrás, a pesar de que hoy no pensamos lo que antaño, alzo la voz para recordarme que los finales son un nuevo comienzo, que aprendo de lo que no estuvo bueno pero valoro lo que sí y nos aplaudo por eso. Alzo la voz para escucharlo bien. Alzo la voz para perdonar lo que yo también quiero que me perdonen. Errar es humano, no justificable. Errar es siempre un error por donde se lo mire. Igualmente, no nos juzgo, aunque quizás no cuente con la autoridad suficiente, nos doy la absolución.

El balance del año da, entonces, positivo. Positivo en equivocaciones, positivo en aprendizaje, positivo en cariño. Si la felicidad se trata de momentos fugaces en medio del tumulto de segundos, la tontera más enorme sería entonces querer hacerlos perdurar contra la corriente, parte de ser feliz es no privarle la libertad de aparecer y desaparecer. Positivo también mi balance de felicidad porque cada carcajada fue genuina y cada aporte verdadero. Pisando la frontera del clisé, este fin de año voy a brindar por lo que fuimos y por el crecimiento que significó para mí estar juntos. Y para que tengamos un excelente 2012.


Zappa.