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miércoles, 12 de octubre de 2011

En el lunfardo prevalece la CH

A continuación intentaré clarificar algunas etimologías de nuestro vocabulario más corriente y nacional, pero antes considero necesario que se sepa que no todas pertenecen exclusivamente a un argentinismo coloquial, sino que muchos de los términos utilizados son adaptaciones de otros dialectos (principal y mayoritariamente han surgido del italiano, por obvios motivos migratorios).

Mi intención es adentrarme al tema en cuestión sin más preámbulos, así que como voy a ser bien directo al respecto, no me iré por las ramas con chamuyo.

El muchacho es un chabón, quien a su vez genera cierta desconfianza por su picardía, es decir, es un chanta. Además si este fue bendecido con un buen porte, tiene percha. Pero si hace alarde de su posición económica es un cheto. A las personas al llamarlas les decimos che (debido a que significa “gente” en quechua). Si la vivienda es precaria y está mal construida es un sucucho medio choto, y este último término describe a su vez al miembro viril masculino (el genital femenino es chocha o cachucha, dependiendo de la edad de la persona que lo exprese).

La baja calidad denota lo trucho que es. Si alguien está quedándose calvo se le vuelan las chapas. También esta palabra bien criolla se utiliza para definir a una placa de aleación. Si bebió demasiado se chupó todo. Espero que luego de estar borracho, no se golpeé y le termine saliendo un chichón. La ira lo consume, por lo tanto se agarró una chinche terrible. Como el clima es bastante fresco y tiene chuchos de frío, que se ponga un poncho. Exactamente el mismo término se utiliza para denominar al famoso escarabajo de la automotriz alemana. Se dirige a bordo de un taxi, es decir, se subió a un tacho. Los ladrones se denominan chorros. Esa misma denominación se le da al agua que se deja circular por la canilla. Si tiene buena onda y es bien parecida seguro es fachera y canchera. Y si esa persona tiene un amante, entonces cuenta con un chongo.

Entre los ámbitos más disímiles, también hay mucho uso de este lunfardo tan singular. El campo de juego, a su vez, es la cancha. Las jeringas para nosotros son pichicatas. Encender un cigarrillo de marihuana conlleva, por consiguiente, fumarse un chino. Si es de los otros, entonces se fuma un pucho, que por cierto, también significa un conjunto de algo, un montoncito. Una camioneta es una chata. Una prenda de vestir, es decir, una pilcha parecida a la remera, pero con cuello y botones, es una chomba. Aquellas que no poseen mangas son llamadas chalecos. Muy parecidas a estas son las pecheras.

Un arma de fuego es un chumbo. Una muchacha que no se precie de ser una dama es una chiruza. Un enchastre es una suciedad que se produjo por la acción de un líquido. Un chirlo es una especie de cachetada, de golpe con la palma extendida. Pero al mismo tiempo es algo en estado casi líquido. Tiempo atrás, antes de conseguir goma de mascar, chicles en los kioskos, al vendedor de caramelos masticables le decíamos chuenga, que es un derivado muy pobre del inglés “chewing gum”.

El mundo animal, a su vez, no escapa a la gran cantidad de explicaciones que estoy realizando. Sabemos que un cerdo es un chancho, y su hábitat o lugar de hospedaje (si lo trasladamos a una persona, je) es el chiquero. Un perro doméstico y de escaso tamaño es un pichicho. El ave carroñera que habita en nuestro país se llama carancho. Y hablando de aves, las que no llegaron a su adultez, son pichones, aunque en el lunfardo su uso concuerda con alguien joven, sin experiencia. Y, para ser más exacto, un charabón es la cría de un ñandú. Antes hablé de la chinche, pero en esta oportunidad me refiero al bicho verde ese que realmente apesta. Pobre de la mulita, que con su caparazón los gauchos hacen el charango, y tocan alguna canción mientras comen el célebre preparado llamado escabeche de vizcacha. Ojalá que no dejen fuera de este gourmet a los menos favorecidos con su empleo, aquellos aprendices, es decir, los pinches. Incluso es más denigrante que ser un pichi.

En el rubro alimenticio, al maíz (una vez consumido el grano nos queda la chala) inflado comúnmente lo llamamos pochoclo. Una de las verduras más sabrosas es la chaucha. Ni hablar que esperamos ansiosos que llegue fin de año para comer un buen lechón. Particularmente, el chimichurri me parece uno de los mejores aderezos para las carnes. También uno de los grandes acompañantes del asado es el chinchulín (fundamental en las achuras) y mucho más el chorizo, que si se come con pan se llama choripán. Si en cambio lo que se come con pan es una salchicha (me gustaría incluir este término, pero su origen es italiano), se trata de un pancho. Quien no es muy ávido o es un desganado, también es un pancho, en ambos casos por igual. Aprovecho la ocasión y menciono al churrasco, que me resulta muy sabroso.

Obviamente, por cuestiones de respeto hacia quien lea estas líneas, estoy dejando afuera de estos ejemplos al insulto por excelencia en esta parte del planeta. Entonces, una vez convencidos de lo que he teorizado, vamos a bailar, a mover las cachas con un buen chamamé, baile típico de la zona norte de nuestro país. Pero nunca si no es con un buen calzado apropiado, nada de chancletas o chinelas.

Luego de poner en conocimiento tanta verdad aleccionadora cambiaré de tema, ya brindé un buen cacho de cultura. Ahora sí, hasta luego. Chau.

Diego.

4 comentarios:

  1. buenisimo, Che!!

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  2. Soy perro pa estas cosas, no me da el bocho y no quiero mandar ningún bolazo. Si fuera boga taría re-piola.
    Posta,tuviste joya, te salió el resumen de re-chupete.
    Ahora estoy medio achuchado, me voy a tomar feca y a cambiar el agua de las Aceitunas.
    Abz,CC

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  3. Genial como siempre.
    Podríamos agregar el chiripá como ropa que usan los gauchos y ahora que están de moda los wachiturros, vale aclarar que guacho es quien no tiene padres

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