No fue una de mis mejores semanas, y en un
intento patético por buscar donde no se encuentra nada, me escapé de la oficina
y me fumé un cigarrillo.
Bajé, vi el sol, el cielo. El día estaba
hermoso. Fui hasta el quiosco que sé que vende sueltos y me compré uno solo. A
la media cuadra me di cuenta de que no tenía encendedor, me acerqué a
alguien que estaba contra una pared fumando y le pedí fuego. Caminé hasta un
lugar algo alejado de la puerta y me senté abajo del solcito. Cerré los ojos y
giré mi cabeza hacia arriba para captar la mayor cantidad de luz posible.
De
pronto un chico se me sentó al lado y me pidió fuego. Me causó gracia pero no
me reí, se iba a notar que era amateur. La solidaridad en este rubro es
primordial por lo que le dejé prender su cigarrillo con el mío, que ya estaba
por la mitad. Por un momento me sentí un poco incómoda, pero de pronto empezó a
contarme lo que le encantaba sentarse en ese lugar y dejar la mente en blanco
un rato. Fue como si nos conociéramos o como si se hablara a él mismo. Terminé
primero pero no me levanté. Él se apuró con el suyo y apenas lo apagó, tiró la
colilla al piso, me saludó, me agradeció y se fue.
Observé alrededor, aunque hay tacho de basura
por todos lados, el suelo está lleno de colillas. ¿Es una especie de marca
personal del fumador? Y muchas veces las dejan aún prendidas… no entiendo,
bastante se contamina mientras se fuma, cuando terminás apagalo, ¿no?
Otra cosa que advertí es que el chico tenía
razón: esos diez minutos lejos del barullo son absolutamente necesarios. Los
que aprecian esos diez minutos son solo los que fuman. Mientras, los que no
fuman están completamente atareados con lo que están haciendo y no paran ni un
minuto para respirar un aire distinto. Nadie sale a caminar ni a dar una vuelta
a la manzana siquiera.
Es casi irónico que para aprender a disfrutar
del día un poquito más, haya que incorporar un hábito que va tan en contra de la
salud. Obviamente que no todos los que fuman lo hacen para admirar las mañanas
y las tardes, lo sé. Igual propongo hacer una movida para que los no fumadores
tengan el hábito aunque sea de mirar por la ventana dos veces al día. Basta de
políticas laborales de concentración absoluta durante la jornada, creo que la
mejor forma de rendir bien es ser proactivo con el tiempo, saber priorizar y
hacer pausas, descansar, reírse, moverse, distenderse durante todo el día.
Si
los no fumadores también salieran una vez a media mañana y otra a media tarde a
despejarse, invitarían a los fumadores a dejar de fumar, interactuarían todos
de otra manera, conocerían más gente y serían más felices. No me vengan con que
la felicidad no existe o que no se es feliz simplemente charlando con gente, yo
no sé si la felicidad como concepto existe pero no ver el cielo de lunes a
viernes afecta en el humor, en la actitud y la forma de tomarse las cosas.
Si después de leer esto, vos, fumador, esto te
parece una idiotez escrita por alguien que evidentemente no entiende la esencia
del verdadero fanático del cigarrillo, si creés que no es posible ni quitarse
el mal hábito ni hacer que los que no fuman salgan al aire libre al menos 5
minutos por día, cuando termines el pucho, apagalo y tirá la colilla en una
tacho de basura. Gracias.
Mientras tanto yo voy a poner en práctica mi
iniciativa, aprendiendo a disfrutar un poco más y esperando que este chico
vuelva a sentarse al lado mío a charlar un rato, aunque no esté fumando.
Zappa.
Totalmente de acuerdo. Hay veces que los no fumadores nos sentimos excluidos y no podemos compartir charlas o un momento de distraccion con nuestros compañeros solo porque no fumamos. Chau, me voy a ver el sol (aunque llueva)
ResponderEliminarbravooo bravo!! clap clap clap estoy de acuerdo con la total anulacion de politicas de concentracion absoluta en toda la jornada laboral!!!! en donde trabajo se lo llama boludear, porque nose van un poquito a tomar aure en la esquina?!?!?!??! grgrggrr
ResponderEliminar1)No entiendo por qué se asocia un hábito saludable como desconectarse de la rutina y salir a tomar un poco de aire fresco con otro hábito que de saludable no tiene absolutamente nada.
ResponderEliminarEl fumador es fumador. Y punto. No hay por qué hacer de la dependencia al cigarrillo la apología de los espíritus libres.
2)La felicidad, precisamente, existe como concepto, in abstracto, ya que en la realidad es, apenas, una ráfaga, un destello del que tomamos conciencia en forma retroactiva, una vez que pasó. En el momento, cuando el prodigio de su magia nos roza, rara vez nos damos cuenta, y si lo hacemos, al intentar apresarla, lo más probable es que se nos escape entre los dedos sin poder evitarlo.
La felicidad es algo que en general ocurre en el pasado, cuando el presente nos da la posibilidad de saberlo.
3)Por último, estoy completamente de acuerdo en que las colillas se apaguen con cuidado y luego se las arroje al tacho de basura. En este punto, no hay ninguna discusión. (Y si vuelve el chico, que se tome el trabajo de juntar también las que dejó tiradas antes.)
te compraste un cigarrillo solo? donde? pense que habia una ley que no te dejaban comrpar mas, ni eso ni pedir fuego en el kiosko,,, let pedorra si las hay
ResponderEliminarEsta Carla D. me suena a que la conozco de algún lado!
ResponderEliminarCarli es amiga mía; y de las mejores. No aguanta el humo ni las colillas encendidas ni los fumadores ni los jefes plúmbeos ni las oficinas sin ventanas ni las jornadas laborales completas ni la polución ambiental ni los perros pekineses ni el 90% de sus dueñas o dueños. Fuera de todo eso es un primor de persona.
ResponderEliminarYo tengo un perro pekinés y no soy ningún insoportable; y mi perro tampoco.
ResponderEliminarOK Celebremos. Vos estás incluido en el 10% restante (pero por las dudas, la próxima vez, comprate otro perro).
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