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miércoles, 17 de agosto de 2011

Con Aristóteles no teníamos reglas

En mis años de juventud me dirigí por motivos de estudio a la ciudad de Atenas, cuna del pensamiento y sede de la Academia de Platón.

Allí, conocí a un joven recién llegado a la ciudad que, con apenas 17 años, sorprendía por la claridad y la profundidad de sus pensamientos. Su nombre, Aristóteles.

Con él departí en más de una oportunidad, mientras disfrutábamos del dulce néctar de los viñedos griegos, hasta que, mixturados con los perros, nos dormíamos, ebrios del conocimiento.

Fue en una de esas veladas, que nos surgió la siguiente paradoja respecto de las reglas.

Por definición, regla es aquello que ha de cumplirse por estar así convenido por una colectividad, también podría decirse que es el orden y concierto invariable que guardan las cosas naturales.

Sabido es, que toda regla tiene su excepción, de allí que no haya regla sin excepción.

Pero si definimos excepción como aquello que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie, nos encontramos con que la excepción, no podría definir una regla, sino más bien destruirla.

Concluir, yendo más allá de las palabras, que prácticamente no existen reglas parece ser tentador, pero, hete aquí, que lo excepcional, de ocurrir entonces, configura una nueva regla, que para que algo sea una regla, debe sí o sí, contar con una excepción, que se aparta de la regla, para constituir una excepción, pero entonces, encontrar una regla que no tenga excepciones, ¿pasaría a destruir la regla de definición de las reglas?

En eso estábamos, ya muy ebrios, contando chistes vulgares y hablando en lenguaje soez y chabacano de las largas jornadas de clase, cuando nos interrumpió Platón, en bata y camisón, y nos mandó a dormir, con la obligación de preparar un debate ante el auditorio de sus discípulos, sobre los problemas de la senectud cuando pernoctan con impúberes.

Alejo Balducci, Irán, 2011.

1 comentario:

  1. Una excepcional reflexión. Que el próximo sea con el HACER y todos sus verbos conjuntivos: Poder, Deber, Saber; Dejar; Querer, etc.

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