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lunes, 21 de febrero de 2011

Manual de conquista. Parte 2: los roles.

En toda relación se cumple un papel. La mejor forma de llevar adelante cualquier tipo de comunicación física con otra persona es considerando de antemano el rol asumido. O bien saber cuál es el lugar que queremos ocupar. Por eso, si nuestro rol es el de amante, siempre debemos tener en cuenta que servimos de válvula de escape para la otra parte. Es decir, jamás hay que sumar un problema o una preocupación al ser al cual “servimos”, pero deberemos estar dispuestos a ser, a su vez, un respaldo anímico para cuando requiere de los servicios de algún oyente o soporte para su estado de ánimo trunco por situaciones que haya atravesado en su vida común y corriente (nosotros somos parte de un mundo aventurado, donde además, tendremos que generarle las emociones necesarias para que nuestra sola presencia le motive para desenchufarse del mundo cotidiano y exterior). Por eso regularmente cuando se refiere la gente al amante, se le denomine como “juguete sexual”, debido al comportamiento y regresión que produce sobre la parte implicada, desatando sus aspectos más lúdicos e imaginativos.

Recordemos siempre, además, que mentalmente debemos ser fuertes, porque cuando uno se encuentra regularmente con alguien, estoy comenzando a sospechar que el cuerpo libera alguna especie de enzima (o algo por el estilo) que atrae automáticamente a esas personas que revoloteaban alrededor, revirtiendo repentinamente su apreciación personal para con uno. Para resumir, cuando uno está con otra persona, aparecen de la nada contrincantes de la elegida, y desean a toda costa hacernos caer en la tentación. Para hacer el conflicto interno un poco más arduo, además el nivel generalizado en las cualidades físicas y apariencia en general, es superior a las que en otro momento podrían haber sido dignas víctimas o favorecidas de la performance de quien ahora es objeto de tentaciones.

Un detalle no menor es que nosotros los hombres demostramos muy claramente de qué estamos hechos cuando se nos plantan de frente y nos plantean cuestiones de la relación, como por ejemplo a qué apuntamos, qué pretendemos al corto o mediano plazo, y etcéteras. Aquel que demuestra sin titubear sus intenciones, es quien mejor puede manejar las futuras situaciones y de esta manera, la otra persona reduce la cantidad de posibilidades de inconvenientes entre ambos.

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