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lunes, 21 de febrero de 2011

Manual de conquista. Parte 3: los grupos.

Hay que tener sumo cuidado cuando uno se da de lleno en la cruzada de acercarse a una dama que se halla en medio de un grupo de amigas. La actitud, las respuestas, los gestos y sus posteriores actos siempre se verán distorsionados de lo que en realidad piensa o siente. Pueden resultar a favor, pero en la mayoría de los casos esto es perjudicial. Lo que aconsejo es siempre tomar ciertos recaudos como pueden ser acercarse al grupo y no a una sola (a veces esto es ir a “la boca del lobo”, pero otras tantas veces amplía el espectro de conquista, e incluso juega a favor, porque la mujer es competitiva por naturaleza y la demostración de interés por parte de tan solo una de ellas genera el inmediato coqueteo por parte de otra, lo que no resulta en más que puro beneficio, aunque uno pasa a ser solamente un objeto de consumo y disputa); otra opción viable es mantenerse a la distancia pero demostrando interés evidente sobre la persona en cuestión.

Particularmente recomiendo el encuentro con una dupla o un terceto, que reduce considerablemente el nivel de masividad y sus correspondientes acciones ya enunciadas. Acercarse a una dama que se encuentra sola es tanto positivo como que vaya a aparejar consecuencias negativas, ya que depende muy exclusivamente de la personalidad, del carisma, de la actitud y sobre todo de la confianza en sí misma de la acechada y en la otra parte, obviamente.

Asimismo, no voy a adentrarme en el terreno de quienes fijan su interés en damas de estados etílicos. o de los otros, que pierden toda noción de la realidad, porque no lo considero ético y no estoy de acuerdo en absoluto. Este accionar es tan lamentable como en una pelea callejera elegir enfrentar a un enano o un anciano con una pierna enyesada. Seguramente liguemos un golpe, pero tenemos garantizado un combo, una tunda a nuestro favor. Es decir, atacamos con la certeza de robar un beso (y el término robar casi que ni aplica, ya que la mera voluntad y persistencia, la gran mayoría de los casos en los que uno pretende ese gesto tan sobrevalorado, funciona casi sin que nos despeinemos) pero está muy lejos de lo fortuito y meritorio una conquista de este estilo. Pobre de quienes se manejan con estos códigos (o la ausencia de ellos) y se desenvuelven en este ámbito.

Dentro de esta modalidad, hay un punto a tener en cuenta y es que si estamos ante la presencia de una amiga de la chica que no tiene el más mínimo interés en que un caballero como uno se haga presente y las entretenga para, posteriormente y a manera de premio al show brindado, se haga de las veces de la compañía de una de las damas que pertenecen al grupo (denominado en la jerga militar como “objetivo”), las cosas se tornarán doblemente difíciles. Y cuando me refiero a doblemente, lo hago porque no solamente tendremos que captar el interés y no descuidar la atención de la señorita en cuestión, sino que además habrá que ir ganando poco a poco ese afecto negado o por lo menos esa tolerancia necesaria por parte de la denominada custodia o chaperona (recomiendo leer algún texto que hable de estas, para ampliar el conocimiento sobre cómo burlar esta clase de obstáculos) para que a mitad del trabajo de retórica, no la tome del brazo y se alejen como toma distancia el tren cuando desde el andén lo vemos partir hacia el horizonte. ¡Ojo! No descuidemos este punto porque el ver que esta persona se aleja en algún momento y nos deja el terreno libre no significa que nos quitamos de encima un peso, ya que entre las habilidades de esta clase de gente está el volver a aparecer en el instante más inoportuno de la plática para ahora sí realizar esa táctica de “quite de mujer” para no volver a verla hasta una próxima ocasión (que no será durante esa misma jornada, ya que lo único que generaría es ganarnos el dote de enemigo público número uno de las cercanas a la chica de nuestro interés).

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