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lunes, 28 de febrero de 2011

Manual de conquista. Parte 6: la seguridad.

Seguridad en uno mismo:
Sin esta característica, que bien puede ser innata, obtenida a fuerza de triunfos, temporalmente ganada en base a una gran victoria pocas veces imaginada (léase “conociste a alguien realmente increíble”) o simplemente por trabajo constante y oído abierto a los consejos, estamos condenados a empezar todas las batallas con las de perder. Siendo seguro de sí mismo, uno se da a la tarea de acercamiento al sexo opuesto con el deseo y la voluntad como espada y escudo en conjunto. Y no necesitamos de una malla, a menos que estemos veraneando en la playa.

Seguridad en lo que decimos:
Hay pocas cosas que enfríen una charla como que una dama te retruque una afirmación dándote por totalmente equivocado y dejándote expuesto al cuasi ridículo tu grado de intelectualidad (las chicas no quieren intelectuales de libro bajo el brazo, pero si sos lo suficientemente inteligente para charlar de cualquier tema con soltura, cotizás en bolsa), tanto como que si a la repregunta o el debate, respondés con una justificación notable, sumás el doble de puntos para lograr tu cometido.

Detalle: esta parte del texto, en la que hablo de seguridades, la escribí total y deliberadamente con la intención de tutear al lector para demostrar que expresándome con convicción cuasi absoluta logro que el mismo tenga firme convencimiento para que de esta forma considere mis palabras como ciertas e indiscutibles.

Los griegos en el agón (utilizado mayormente en la comedia, como una especie de contienda verbal) debatían de los temas que consideraban importantes, generando respuestas inmediatamente, hasta que se veía victorioso quien refutaba con más fundamentos el asunto a discutir. Es decir, quien estaba más convencido y no dejaba cabos sueltos sobre determinada cuestión, generalmente se llevaba todo el crédito. Algo parecido acontece actualmente en las batallas urbanas de rapeo, de hip hop. Aunque estos últimos están muy lejos de usar togas y quedar en los anales de la historia, aunque uno de estas palabras últimas les cuadre muy bien como adjetivo calificativo.

Volviendo al tema central, hoy día el agón a vencer es tener siempre más y mejores fundamentos, tener en claro los conceptos y la finalidad de la contienda, para así favorecerse con, precisamente, los favores de la rival de turno. Antes de llevar a cabo la acción de seducción siempre hay que elaborar mentalmente y en un breve periodo de tiempo las posibilidades de divergencia de la charla y generar asimismo, una convergencia para que llegado el momento de consumación de los hechos, finalice en algún lugar un tanto más privado.

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