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martes, 22 de febrero de 2011

Manual de conquista. Parte 4: la película.

Si en el ambiente de la conquista, del encuentro íntimo, de la noche en compañía y demás hierbas, hay una situación indiscutible e innegable de que confluya en el mismo e inevitable final, esa es la de que dos personas decidan ver una película en casa. Está científicamente comprobado por mí y por la gente que he conocido a través de mis años de experimentación por la causa, que la invitación a ver un film es ya de por sí un acto que conlleva un trasfondo de atentado contra el séptimo arte. La preparación para disfrutar de la proyección entre las dos personas que comparten la velada, ya de por sí está dispuesta de más tiempo del que una vez comenzada la función, estos individuos empiezan a tener contacto físico entre sí. De hecho, se demora más tiempo en el intento de demostrar físicamente las intenciones que en finalmente llevar a cabo los juegos correspondientes. Para ser más gráfico al respecto, diré sin más, que es ínfimamente probable que el largometraje elegido sea observado poco más de media hora por estos tortolitos. Y en esta estadística también realizo la observación que posiblemente recién entre los 15 y 20 minutos posteriores a los títulos, los implicados comiencen con el contacto premeditado. Y en ese breve lapso de tiempo que queda, se avanza con una velocidad poco antes sospechada.

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